Esta sección no es un catálogo, sino una confidencia.
Una mirada hacia atrás, una promesa de futuro.
Un manifiesto vivo, enraizado en nuestra historia y orientado hacia lo que perdura.

En Fosfens, cada luminaria es un gesto de creación integral:
ninguna pieza es estándar, ningún detalle se deja al azar.
Hasta los botones de regulación han sido concebidos, dibujados y mecanizados en nuestro taller.
Incluso en lo invisible, rechazamos la aproximación.
Trabajamos con las mismas máquinas, los mismos saberes, los mismos equipos que en la aeronáutica.

No es una metáfora: es nuestra herencia.

Mi hermano continúa hoy esa tradición de excelencia,
con una mirada exigente sobre todo lo que desarrollamos.
No cedimos a los cantos de sirena de los accionistas,
ni a las lógicas de escala o a las estrategias de corto plazo.
Elegimos la libertad:
la de cambiar, de hacer mejor, sin tener que justificar nuestras decisiones ante la bolsa.
Pensamos como artistas, no como analistas.
Lo que creamos, queremos transmitirlo, dejar huella, ofrecer belleza.

Y sobre todo gracias a Elena, mi esposa, sin quien nada de esto habría sido posible.
Ella creyó en aquel joven de sueños ambiciosos,
cuando mi destino parecía ya trazado en los pasillos acolchados de las multinacionales,
entre stock options, privilegios confortables y la promesa de una carrera de vértigo.
Gracias a ella, este sueño tomó un rumbo más sincero, más libre, más verdadero.

Este proyecto nació de una unión rara: la de las competencias y los lazos del corazón.
Un sueño sostenido por un padre comprometido, una madre atenta,
un hermano cómplice, una esposa,
y una cuñada fotógrafa que revela nuestras piezas con tanta ternura como exigencia.
Esa dinámica familiar, esa fidelidad invisible, es nuestro fundamento silencioso.

Todo ello forma un manifiesto sensible y encarnado,
donde la luz no solo ilumina los objetos, sino también las intenciones.
Lo que compartimos aquí no son productos: son instantes.